Derecho y Debate 62

Este numero de “Derecho y Debate” aparece en un momento difícil, y que llama a decisiones importantes. Para ello nada mejor que contar con un estupendo trabajo de Carlos Vildal, catedrático y ex decano de la facultad de Derecho de la UNED, y hoy también integrante de la Junta Electoral Central Española. Carlos Vidal precisamente nos explica con brillantez y claridad el funcionamiento de dicha junta, la cual es el equivalente al Jurado Nacional de Elecciones peruano, o al Tribunal Federal Electoral mexicano, por solamente poner dos ejemplos.

Junto a esta obra se alcanza en esta edición una serie de elementos dignos de análisis: el Decreto Supremo que dispone el confinamiento y otras medidas para combatir el covid en el Perú; la Ley que establece el control previo de operaciones de concentración empresarial; un Proyecto de Ley que busca que en el Perú se reconozcan derecho a la madre naturaleza; el Anteproyecto de Ley mediante el cual el Congreso peruano buscaría unificar los sistemas publico y privado de pensiones; y el precedente administrativo sobre el caso fortuito y la fuerza mayor como eximente de responsabilidad por infracciones administrativas.

Al lado de lo expuesto, una curiosidad: una resolución emitida por jueces de Ica (ciudad al sur de Lima) donde se sostiene que George Soros y Bill Gates fueron los creadores del covid. Un poco de humor en estas épocas no viene mal.

Ahora bien, y justo cuando iba a publicarse esta edición de “Derecho y Debate” , me entere de la lamentable noticia del fallecimiento de don Héctor Fix Zamudio, gran persona y notable figura del constitucionalismo latinoamericano, quien me honraba con su amistad. Me voy entonces a permitir contar como surgió y se mantuvo esa amistad durante casi 30 años.

Era 1991 y yo había ganado por primera vez una beca fuera del país. Era además, según se me dijo, el más joven que había ganado esa beca. Una estancia en el que hasta hoy es el centro de investigación en Derecho más importante de América Latina, y yo era un recién salido de la universidad que había, con sorpresa de todos(as), ganado la beca en cuestión.

Como corresponde, tenía que presentarme ante el director del Instituto. Y qué director: nada menos que Héctor Fix Zamudio, ya en ese entonces una leyenda viva del Derecho en general, y del Constitucional en particular. Alguien que como nadie recogió los mejores aportes del Derecho Procesal español e italiano y los plasmó en un trabajo sobresaliente y sostenido en el tiempo en defensa de la Constitución, y sobre todo, en tutela de los Derechos Fundamentales.

Confieso que entré a la oficina con algo de temor, y de entrada, me encontré con el maestro bueno, acogedor y campechano que siempre fue Don Héctor. Yo era un simple becario y él dirigía el Instituto, pero lo dejó todo para llevarme a conocer oficina por oficina y persona por persona. Además, y mientras estuve en el Instituto, Don Héctor, en sus célebres paseos diarios, siempre iba a conversar conmigo y me preguntaba cómo estaba, tanto en la investigación que venía haciendo como en lo personal.

De allí nació una estupenda relación entre ambos (tengo el orgullo de poseer todos sus libros con una dedicatoria del autor). Él supo sobreponerse a la muerte de su compañera de toda la vida, pero ya los años fueron pasando y pesando. Hoy nos ha dejado físicamente. En septiembre hubiese cumplido 97 años. Lo que nunca nos dejará es su gran calidad humana y su muy valiosa obra académica. la cual marcó un antes y un después en el constitucionalismo latinoamericano.
Hasta siempre maestro.Vayan estas sentidas líneas y el número 62 de “Derecho y Debate”, como muestras de reconocimiento a alguien que, con su vida y obra, hizo mucho en favor de mucha gente.

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